A diferencia de años anteriores en los que siempre despedía el año con buenos propósitos, muchos casi de enmienda, este he decidido no hacer ninguna lista de ellos. En su lugar, he comenzado la primera mañana del recién nacido haciendo lo que más me gusta: escribir. Y lo he hecho hasta que mi cuerpo resacoso, champán obliga, me ha dejado.
Hay nombres y números que no necesitan presentación ni deseos: en ellos reside la magia. Seguro que el 2016 es uno, seguro que conseguiremos nuestros sueños, seguro que nos dará la ilusión para alcanzarlos, seguro que prevalecerá siempre el amor, seguro que no va a ser un año cualquiera. Seguro que cuento con vosotros. Comenzamos.
¡Feliz 2016! Y Música, Maestro.
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