El largo camino de tus piernas

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10155965_906006766140471_7277930450329317698_nEl largo camino de tus piernas, de Elena Marqués, cuenta la relación tormentosa de una adolescente con un pintor más que maduro en el París de los artistas y de la bohemia de principios del s. XX. Desde luego, ustedes pensarán: «Nada nuevo bajo el sol», ya que no es la primera novela que nos muestra a una pareja tan dispareja en edad y una relación casi contra natura. Bien, cuando la lean estarán de acuerdo conmigo en que tampoco será la última.

Elena Marqués, desde el inicio, nos va dando pequeñas e innumerables pistas de lo que puede suceder. Nos crea la expectativa, in crescendo, del devenir de la historia. Cada término es como un clavo que nos sujeta a la página, ávidos de más y más. No es solo una novela erótica, que lo es. El largo camino de tus piernas es la historia de una huida y de una búsqueda de dos personas dispares en edad, en formación y en localización geográfica. Sin embargo, sus deseos más íntimos harán posible que la vida o el destino (¿o el fátum?) los una.

Ella, Alice, de una belleza diferente, huérfana de madre, fantasiosa, con baja autoestima, irreflexiva, que ha llenado su cabeza de historias improbables e inalcanzables leídas en novelas románticas, con anhelos de superación personal y social, huye de su pueblo para iniciar la búsqueda de aquello que la haga «vivir de verdad». Él, Philipe Satie, pintor fracasado, canalla, casi sesentón, de carácter inestable, con ansias de redimirse de sus fracasos, no necesita una huida física, pues vive en París, sino de sí mismo, y su particular búsqueda de la felicidad se cumple a través de sus interminables conquistas.

Huida y búsqueda, un hombre y una mujer (o niña), y un encuentro. El pintor está preparando una exposición y necesita una modelo, y Alice necesita un trabajo. Qué mejor regalo para ella, que no tiene formación, solo sueños, que convertirse en musa de un artista. Qué mejor regalo para él que moldear a una joven tan inocente que «se había sonrojado al escuchar la palabra “desnudos”», y en la que Satie sabe apreciar que «su cuerpo aún conserva la sugerente rigidez de la adolescencia, la insegura quietud de quien se sabe tan poco». Como experto depredador sexual enseguida aprecia no solo la belleza de la muchacha, sino también sus carencias. Y comenzará el ritual de la seducción, sin prisas, poco a poco, y con la ayuda del vino y del duermevela iniciará el asalto a la inocencia.

¿Y cómo nos lo cuenta Marqués? Igual: sin prisas. Poco a poco los irá desnudando, palabra a palabra, y nosotros, lectores, convertidos en ojos expectantes (¿y voyeurs?) o en finos oídos que escuchan a través de las diferentes voces, disfrutaremos tanto de su sensualidad como de la poesía que rezuma por toda la historia. Aunque no pocas veces le gritaríamos a Alice: ¡Huye!, no todo es sexo, o erotismo.

La capacidad de introspección de la autora es tan profunda y aguda que sus personajes, lejos de ser planos, se presentan con todas sus caras, sus contrastes, sus complejidades. Así conocemos que nuestro hombre, Philipe Satie, además de crápula, es capaz de sentir amor: «La niña le inspiraba sentimientos puros y desconocidos». La muchacha, apenas salida de la infancia, aun apareciendo inocente e ingenua, también muestra sus contradicciones desde el inicio. O su humanidad. «A pesar del miedo, la atracción hipnótica de aquel hombre (…), la mantuvo aún en la esquina del sillón». Los personajes son de carne y hueso, no arquetipos.

Pero ¿qué los une?, ¿qué los empuja a unirse?: la necesidad de convertirse en lo que no son. En él, su necesidad de redimirse como pintor: «Philipe la miró con satisfacción, la recorrió y la reinventó con su indómita sagacidad y sus vastos conocimientos de anatomía, la identificó como la nueva “Lisa Gherardini” de aquel renacimiento en que tenía ahora que concentrarse, con el que debía, por su bien, resurgir de sus cenizas». En ella, la necesidad de emociones fuertes que la saquen de la rutina, y sus ansias de brillo social. Quiere ser como esas mujeres parisinas, hermosas, elegantes y sofisticadas, con las que se cruza mientras pasea por la ribera del Sena, y, además, vive convencida de que cuando vuelva a su pueblo lo hará «convertida en una diosa, y que pasará a la posteridad». Cada uno cree que sus sueños se harán realidad gracias a su encuentro y relación con el otro. Y la gloria vendrá por añadidura.

Lo que comienza siendo una relación profesional acaba siéndolo de amantes. Su lecho lo convierten en su pequeña Arcadia, que los protege del mundo y de la vida: «(…) Y las miradas que precedían a las caricias, y los suspiros escondidos bajo la colcha y las sábanas de raso y al resguardo de la cortina negra que, en su caída trágica, los ocultaba del mundo y sus incontables imperfecciones». A pesar de esto, como todas las relaciones desequilibradas, se aman y se destruyen, vuelven a amarse y a destruirse, y así durante toda la relación. Iremos observando la evolución de Alice, cómo de dominada pasa a sentirse dominadora; y el dominador a dominado. ¿Y qué podemos esperar de una relación tempestuosa y brutal? ¿Qué podemos esperar de esa mezcla de sentimientos: amor, posesión, odio, celos y envidia? La tragedia. Ay, «esa cortina negra» que casi nos convierte en espectadores de un gran teatro griego. Y aunque Alice reconoce que «los fondos enfangados son siempre síntoma inequívoco de una incipiente tragedia», no es capaz de aplicarlo a su vida. Y eso que el río acechaba, serpenteando, la ventana de geranios y azaleas.

Llega el día de la inauguración de la exposición llamada «Los recovecos del alma» (título polisémico, irónico y premonitorio). Cuando parece, por fin, que los dos amantes van a conseguir su sueño, algo y alguien lo impedirá. Un final sorprendente dará al traste con todos sus anhelos: Philipe se hundirá más todavía; y Alice no podrá volver triunfante a su pueblo. Sentirá «abiertas las entrañas por una puñalada del destino». Retornará derrotada y comprobará que «el paisaje permanecía tal como lo dejó, confirmándole que nada cambia, que existe un destino para cada ser, trazado desde mucho antes de su nacimiento por una voluntad divina, feroz y autoritaria, y que el hombre es incapaz de torcerlo con sus actos aparentes de voluntad». ¿Nos querrá enseñar Marqués, sin decirlo, que la vida es para los fuertes, que solo aquel que tiene unos objetivos claros, sensatos y firmes, que va a por ellos sin distraerse en el camino de sus metas iniciales, puede conseguirlos y modificar su destino? ¿Podemos deducirlo? Creo que sí. Apuesto por ello.

Finalmente, solo me queda invitarlos a conocer esta pequeña gran obra —pequeña solo en extensión— llena de vida, donde cada uno cuenta su historia desde su perspectiva. Para ello, la autora hace un despliegue formidable de recursos: desde el tesoro léxico; las diferentes voces narrativas en que concede a cada uno el registro lingüístico que le corresponde; la poesía que salpica toda la novela; la agilidad y naturalidad del diálogo; y, cómo no, la sabiduría en la descripción y evolución de los carácteres. Es una novela de madurez, que demuestra un gran dominio. Tanto que controla el difícil arte de hacer parecer fácil lo difícil. Como los buenos maestros.

Unos disfrutarán con los amantes; otros, con los claroscuros del ser humano y sus peripecias; muchos, con su técnica o su poesía. Todos, con su lectura. Y la novela tiene muchas, como la vida misma.

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Código de registro: 1507174651889

Carmen Pita

elenaElena Marqués, licenciada en Filología Hispánica, trabaja como correctora de textos en el Parlamento de Andalucía. Desde 2010, año en que comenzó a escribir, ha obtenido varios galardones.

Elena Marqués ha publicado cuentos, microrrelatos y poemas en varias antologías; las novelas cortas El último discurso del General Santibáñez (Barcelona, Ediciones Oblicuas, 2012) y Versos perversos en la cubierta azul del Mato Grosso (Barcelona, Ediciones Oblicuas, 2014), y el libro de relatos La nave de los locos con Ediciones Irreverentes, sello en el que es la editora literaria de Historias de la imposición yanqui sobre Hispanoamérica y España. En la actualidad colabora en las revistas digitales: La oca loca, Aldaba y Canal Literatura.

Ficha técnica:

Título: El largo camino de tus piernas

Autora: Elena Marqués Núñez

Editorial: Tau Editores, Romántika

Año de publicación: 2015

Número de páginas: 143

Prólogo: Alejandro Lérida

Publicado en la revista:http://canal-literatura.com/blog/blog-literatura/el-largo-camino-de-tus-piernas-de-elena-marques-por-carmen-pita-garcia/

6 respuestas a “El largo camino de tus piernas”

  1. Gracias por tu reseña, Carmen. Es un libro muy querido para mí que espero enseñe algunas cosas sobre los hombres, las mujeres y sus circunstancias.
    Un gran abrazo.

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  2. Mmmm!!!! Me ha despertado la curiosidad. Buen trabajo.

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  3. Muy buena tu reseña, Carmen. Cumple el objetivo de las buenas reseñas: despertar el deseo de buscarlo inmediatamente y ponerse a devorar o, quizá mejor, paladear esta novela de nuestra querida y común amiga Elena.

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  4. En unos tiempos en los que al ingenio de los escritores había que añadir la pericia técnica del lenguaje Elena Marqués nos ha invitado a la fiesta de la cita inteligente y el guiño cómplice con los protagonistas en un impulso que los ensambla en imágenes elocuentes y exactas. A los aprendices de seductor les vendrá de perlas………para aprender y aprehender las cosas de la vida. Esta novela no sólo narra, también enseña

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